Los monarcas thrashers Slayer, hacen una magistral labor de sonido, forjando riffs tan bellos como punzantes. Empieza el tema con un sonido acústico malévolo hasta ir cogiendo cuerpo y densidad. Un medio tiempo con arreglos melódicos sin perder la crudeza habitual de la banda. Tom Araya vomita una letra basada en crítica social y sobre la guerra. Aquí no hay palabras de consuelo. Sólo odio, en cada frase, en cada riff. El videoclip, segundo de su carrera, fue grabado en las pirámides de Egipto poco antes de la Guerra del Golfo. En esta época el metal era dominado por una institución llamada Slayer.
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